En nuestro Colegio, la robótica no es solo una materia: es una aventura de descubrimiento, creatividad y asombro. Durante los períodos de clase de ICT, desde segundo hasta quinto grado, los estudiantes exploran el mundo del pensamiento computacional a través de experiencias diseñadas para desarrollar su pensamiento su lógico, estimular su curiosidad y fortalecer su capacidad de resolver problemas observados en su cotidianidad.
Todo comienza en segundo grado, donde el aprendizaje se construye desde lo más esencial: el cuerpo y el espacio. Con simpáticos robots llamados beebots, que se programan de forma manual sin necesidad de pantallas, los niños aprenden sobre direccionalidad, lógica secuencial y observación. Cada reto con los beebots es un pequeño misterio por resolver: ¿cómo llegar del punto A al punto B sorteando obstáculos? Los estudiantes proponen hipótesis, diseñan estrategias, programan los robots y evalúan los resultados. Cuando ya dominan esta etapa, conectan los beebots a tablets para trabajar con desafíos más complejos sobre maquetas.
En tercero, el camino avanza hacia la codificación visual. Aquí entra en juego Scratch, una plataforma intuitiva que permite a los niños crear sus propios videojuegos 2D. Luego el proceso continúa con KODU GAME LAB para diseñar los juegos en 3D. La emoción se desborda cuando sus personajes, animaciones e historias cobran vida con solo arrastrar bloques de código. Pero la diversión no se queda ahí: también se incorporan dispositivos como el Makey Makey, una herramienta que transforma objetos conductores de electricidad en controles interactivos. Así, los estudiantes pueden controlar sus videojuegos con frutas, plastilina o papel aluminio, mientras comprenden principios de energía y circuitos eléctricos.
El proceso se enriquece aún más en cuarto grado, donde los estudiantes trabajan con microbits: pequeñas tarjetas programables que permiten experimentar con sensores, motores y estructuras en movimiento. Aquí, la tecnología se conecta con la vida real. ¿Una alarma que suena cada vez que alguien abre el frasco de galletas? ¿Un contador de pasos para medir distancias con precisión? Estas son solo algunas de las ideas que los estudiantes han convertido en prototipos funcionales, aplicando lógica, programación y mucha creatividad.
Y en quinto, llega uno de los momentos más esperados por ellos: ¡la construcción de robots reales! Utilizando Lego Mindstorms EV3, los estudiantes forman equipos para enfrentar desafíos del mundo real. Han diseñado prototipos que van desde grúas capaces de remover escombros por deslizamientos de tierra, hasta bastones inteligentes con sensores que alertan a personas con discapacidad visual. Cada proyecto nace de una necesidad, se alimenta de la imaginación y toma forma con motores, sensores y bloques de Lego, todo programado por ellos mismos.
Este recorrido por la robótica en primaria es mucho más que una secuencia de actividades tecnológicas: es una vivencia que encarna el espíritu del aprendizaje más profundo. Los estudiantes no solo aprenden a programar o construir, sino que desarrollan habilidades para toda la vida: observan, formulan preguntas, colaboran, resuelven problemas y reflexionan. En cada paso, la tecnología se convierte en un medio para pensar críticamente, crear con propósito y conectarse con el mundo.