
“Al Bolívar lo llevo en el corazón y en el alma. A veces incluso no es fácil distinguir qué de lo que se sobre la vida, lo aprendí en casa o en el Colegio. Con esto no quiero subvalorar las infinitas enseñanzas que recibí en casa, pero sí que lo llevo tan dentro de mí, que es casi lo mismo.
Compartir con personas de distintos lugares del mundo, era como tenerlo al alcance de mis manos. Saber que estudiar en el Bolívar era un privilegio de pocos, me enseñó a ser aun más responsable a nivel profesional, no serlo, sería como desperdiciar lo mucho que recibí del Colegio.
Creo que entre las riquezas más grandes que tiene el Bolívar es su filosofía de libertad con límites, siempre pensando en el otro, el valor que se le da a la diversidad, y por ende al respeto, y a la posibilidad de conocerte y explorar”.